Salud emocional: Guía práctica para esta área de crecimiento personal

Cada segundo que pasa la importancia que social y profesionalmente se da a la salud emocional es mayor. La educación emocional permite que los más pequeños adquieran habilidades del manejo de los estados emocionales. Así, son capaces de reducir las emociones y los sentimientos negativos y aumentar aquellos positivos. Los niños y niñas con salud emocional son más felices y confiados, tienen más éxito y, como consecuencia, se convierten en adultos de gran responsabilidad, atentos y productivos. En este articulo hablaremos de ¿qué es la salud emocional, su relación con la salud física, cúales son los factores de riesgo, entre otras?

¿Qué es la salud emocional?

La salud emocional se refiere al manejo responsable de los sentimientos, pensamientos y comportamientos. Una persona emocionalmente saludable, es capaz de reconocer estos elementos, darles nombre, aceptarlos, integrarlos y aprovechar la energía que generan con el fin de que estos los ayuden en su día a día.

En resumen, la salud emocional está relacionada con la inteligencia emocional que, además, dota a la persona de las capacidades de reconocer, entre otras cosas, sentimientos, pensamientos y comportamientos de otras personas.

La salud física y su relación con la salud emocional

La salud física es el óptimo funcionamiento fisiológico de un organismo. Para poder tener un organismo con una buena salud física, es necesario trabajar nuestro cuerpo cuidando la alimentación, haciendo deporte o ejercicios físicos y, sobre todo, cuidando nuestra salud emocional.

Si somos capaces de convivir con nuestro mundo interior, seremos más felices en nuestro mundo exterior. Una persona que considera satisfactoria su salud emocional, se mantiene más estable y sana en lo que se refiere a salud física.

Resiliencia y salud emocional

La resiliencia, es decir, la capacidad de una persona para enfrentarse a las adversidades, es uno de los fenómenos más estudiados hoy en día en psicología. Esta habilidad proporciona herramientas personales que mejoran tanto la salud emocional como la salud física. La vulnerabilidad de una persona, contraria a la resiliencia, puede llevarlo a contraer enfermedades tanto físicas como psicológicas, dañando así el mundo interno y externo del sujeto. La resiliencia, además, proporciona una visión de la vida mucho más positiva. Como consecuencia, las personas son capaces de enfrentar sus vivencias con mayor positividad.

En resumen, la salud emocional (e incluso la física) guardan gran relación con la resiliencia. Por ello, para mejorar la salud emocional, es imprescindible trabajar en contra de nuestra vulnerabilidad.

Salud emocional en el trabajo

En rasgos generales, las prioridades de las empresas son la rentabilidad y la productividad de la misma. La salud emocional y física de los trabajadores son para los directivos, en la mayoría de los casos, irrelevantes. Sin embargo, los estudios demuestras que aquellos empleados cuyos niveles de salud física y emocional son positivos, tienen menor absentismo y son más eficientes, competentes y, como resultado, más productivos.

En resumen, para poder mejorar el funcionamiento de las empresas, es recomendable llevar a cabo medidas que aumenten la salud emocional de los empleados. Para ello, se debe promover la participación activa de los trabajadores, apoyar su toma de decisiones, ayudar a la conciliación de la vida laboral y personal, promover el respeto, evitar las discriminaciones, gestionar las cargas de trabajo, apoyar la formación continuada y reconocer el trabajo y las aportaciones de los trabajadores.

Factores de riesgo para la salud emocional

Las personas con buena salud emocional, son capaces de controlan sus sentimientos de manera asertiva. Por ello, se sienten bien consigo mismos, sus relacionas personales son más satisfactorias y tienen más capacidad para enfrentarse al estrés y a las situaciones de la vida cotidiana que generan, por ejemplo, ansiedad.

Por otro lado, muchos de los problemas sociales que hoy en día nos afectan (drogadicción, violencia, terrorismo…) tienen como base una falta de salud emocional. Es decir, la salud emocional negativa en la sociedad pone en riesgo la salud de aquellas personas afectas y las de su entorno.

Los factores de riesgo de la salud emocional se ponen en marcha desde la más temprana edad. Una infancia con faltas de cuidado, de cariño y de cercanía impide que los pequeños sean capaces de poner en marcha los mecanismos cerebrales relacionados con las respuestas emocionales.

Para poder desarrollar una salud emocional satisfactoria, es necesario hacer acompañamiento emocional y crear respuestas emocionales sanas ante los acontecimientos que surgen a lo largo de nuestra vida. Esto, les proporcionará a los más pequeños las herramientas necesarias para desarrollar su propia inteligencia y salud emocional.

12 consejos para trabajar la salud emocional

Reconocer sus propias emociones

Para que una niña o niño pequeño sea capaz de reconocer sus emociones, es necesario que las conozca primero. Por ello, es imprescindible que aprenda un lenguaje que incluya expresiones emocionales y sentimentales. Así, podrá ser capaz de conocer y nombrar distintas emociones y a reconocer cuando sufren unas y otras.

Manejar sus propias emociones

Anular emociones es una práctica bastante común y muy poco saludable que llevan a cabo muchas personas. Esto se debe a que nunca se les ha enseñado a cómo manejarlas. Para poder manejar una emoción es necesario aceptarla y aprender a no dejarse influir por la misma, sobre todo en caso de que sea negativa. Debe enseñarse, además, a expresar sentimientos de forma adecuada suavizando la ira, la irritabilidad, etc. Así, podrán aprender a controlar su comportamiento.

Reconocer las emociones de los demás

A partir del primer año de vida, un bebé puede comenzar a desarrollar acciones empáticas. Por ejemplo, llorar cuando ve a un niño o niña llorar. Esto se debe a que reconoce el sentimiento y la acción que desencadena el mismo. La empatía se desarrolla en dos fases. En la primera fase (hasta los seis años), los niños y niñas desarrollan la capacidad de reaccionar emocionalmente hacia los demás. A partir de los seis años, en la segunda fase, aprenden a realizarlo de manera inconsciente.

Normas familiares

Establecer unas normas familiares claras y coherentes tiene como consecuencia un aumento de la responsabilidad. Las normas deben cambiar con el paso del tiempo, aumentando las tareas y actividades que los más pequeños deben llevar a cabo. Un aumento gradual de las responsabilidades tendrá como consecuencia un aumento gradual de la responsabilidad. Cuando un niño o niña cumple la tarea cometida, no se le debe otorgar premios. Es necesario que comprenda que la realización de la tarea es por el bien de funcionamiento del hogar y porque está dentro de una normativa cuyo fin es el de ayudarse los unos a los otros.

Tolerancia a la frustración

Cuando un niño o una niña quiere conseguir algo y no lo logra, actúa con una rabieta. Si esto no se controla, en la edad adulta podrá presentar intolerancia a la frustración. Si conseguimos retrasar de forma gradual las demandas del niño, la tolerancia aumentará. El aumento de la tolerancia a la frustración puede trabajarse a partir de los cinco años. Sin embargo, las probabilidades de éxito dependerán de lo acontecido con anterioridad: las experiencias de éxito y fracaso, las promesas realizadas, la confianza en sus cuidadores…

Capacidades sociales

Estimular las relaciones sociales es una forma efectiva de aumentar la competencia social y la capacidad de liderazgo y popularidad. Es importante impulsar el desarrollo de la comunicación y la escucha activa. Una persona con gran introversión tiene dificultades para mantener relaciones sociales. Estos casos suelen darse cuando la comunicación familiar no ha sido suficiente. Es importante trabajar las capacidades sociales desde edades muy tempranas, porque trabajarlas con personas introvertidas es mucho más complejo. De hecho, NO es recomendable exponer a personas introvertidas a situaciones donde no se encuentra a gusto. Esto podría tener consecuencias negativas.

Autoestima y el respeto

En edades tempranas, trabajar la autoestima es indispensable. Como cuidadores, es necesario que brindemos apoyo emocional. Para ello, hay que darles con frecuencia mensajes de felicitación y alegría. No podemos castigarlos siempre que hacen algo mal, pero no elogiarlos cuando hacen algo bien. Se ha de mostrar respeto al niño o a la niña, valorando su trabajo e interesándose por sus actividades.

Buena alimentación

Llevar una alimentación sana y equilibrada tiene como consecuencia una mejora en la salud física y emocional. No hay dietas milagro, ya que el organismo de cada persona es distinto y, por tanto, sus necesidades difieren. Sin embargo, una correcta hidratación aumenta la concentración y proporciona un mejor funcionamiento del mundo cerebral. Además, cuando el nivel de azúcar sanguíneo es bajo, puede aumentar la ansiedad. Si se quiere conseguir una mejor salud emocional y física a través de la alimentación, es imprescindible acudir a un centro de nutrición.