Jefes tóxicos: 11 características que los definen

¿Cómo son los jefes que sofocan a sus empleados?

Los jefes tóxicos afectan negativamente al bienestar de los empleados

La relación de los superiores con los subordinados ha sido fruto de diversos estudios en el ámbito laboral, y los psicólogos de las organizaciones se han interesado por esta relación por muchos motivos, pero principalmente porque una buena relación entre los jefes y los empleados aumenta la productividad y los resultados de la compañía. No menos importante es saber que, aunque muchas empresas no presten la debida atención a este fenómeno, el estilo de liderazgo de los superiores afecta al bienestar de los empleados.

El bienestar de los empleados también está íntimamente relacionado con los resultados de la empresa. Y por eso, las organizaciones deberían tener especial cuidado a la hora de valorar esta variable, porque el estrés y el malestar laboral, entre otras causas, pueden ser fruto de una relación tóxica entre estos actores.

Un estilo de liderazgo tóxico y unas malas habilidades de liderazgo por parte de los superiores puede provocar fenómenos como el conflicto de rol, la ambigüedad de rol o la sobrecarga de rol, que a su vez pueden provocar sentimientos negativos en los empleados: como el de querer dejar la empresa o tener una pobre sensación de pertenencia hacia la compañía.

1. Son arrogantes y no comunican bien

Los jefes tóxicos son arrogantes y no se comunican de manera correcta con los subordinados. Piensan que siempre tienen la razón y esperan que los demás acepten sus palabras sólo por el hecho de ser el jefe.

2. No tienen en cuenta las necesidades de los empleados

Los jefes que han perdido el sentido de su función en la empresa nunca tienen en cuenta las necesidades de los empleados, pues solo piensan en los números. No son conscientes de que lo trabajadores son el motor de la empresa y, por tanto, hay que cuidarlos.

3. Son autocráticos

Los jefes tóxicos solo permiten que ellos tomen decisiones y fijen las directrices sin la participación del grupo. Son ellos quienes concentran todo el poder y nadie desafía sus decisiones.

4. Son fácilmente irritables

Los malos jefes tienen poca paciencia y se irritan con facilidad. Puesto que no están abiertos a las ideas de los demás, no quieren que los molesten. Los jefes tóxicos no son conscientes de que la verdadera riqueza de su organización es el capital humano.

5. Son inflexibles

Los jefes tóxicos son mentalmente cerrados y tienen pánico al cambio, por lo que son poco innovadores. La falta de innovación, en la mayoría de ocasiones, dificulta la adaptación al mercado moderno y, por tanto, el progreso de la organización.

6. Son demasiado controladores

Este tipo de jefes controlan en exceso. Es por eso que, al supervisar todas y cada una de las tareas que realizan sus subordinados, merman la capacidad creativa de estos.

7. No tienen confianza en sí mismos

Pueden aparentar que tienen confianza en sí mismos, pero la realidad es que no es así. Un líder con confianza en sí mismo no tiene miedo a delegar cuando es necesario, ni tiene miedo en valorar las opiniones del grupo. Su inseguridad los convierte en jefes tóxicos.

8. Tienen expectativas irreales

Los jefes tóxicos tienen expectativas irreales, por lo que suelen exigir más de lo que deben a sus empleados. No solo eso, sino que son poco agradecidos cuando los demás hacen las cosas bien, puesto que solo se centran en lo negativo.

9. Discriminan

Los jefes sin estilo están llenos de prejuicios. De hecho, suelen tener una mentalidad sexista y racista, además de otros comportamientos discriminatorios.

10. Gestionan mal el tiempo

La planificación, tanto del trabajo como del tiempo es primordial a la hora de liderar equipos, pues puede ser una fuente de estrés si no se hace correctamente. Uno de los problemas de los jefes tóxicos es la incapacidad para gestionar y priorizar su tiempo de un modo correcto y eficaz, lo que puede llevar a la saturación de tareas y de responsabilidades. Al final, su la mala gestión del tiempo la pagan sus subordinados.

11. No dan pie a la creatividad

Los malos jefes son incapaces de reconocer el talento y la creatividad de sus empleados. Se rigen por normas y dinámicas rígidas, sin dejar ningún margen a la improvisación. Esto causa que los empleados tengan funciones totalmente mecánicas y no logren desarrollar sus capacidades. Es un error común, y la empresa es la principal perjudicada de esta actitud.